En nuestro séptimo día de viaje, el destino era el campamento de altura del Chimborazo, la montaña más alta de Ecuador. Aquí pasamos tres días absolutamente desconectados del resto del mundo, ya que no había internet. Desde el pie del Cotopaxi, un recorrido de dos horas nos llevó hasta el campamento. Nuestra ruta discurría por la E35, la Troncal de la Sierra, que atraviesa Ecuador de norte a sur y es un tramo de la legendaria carretera Panamericana. El paisaje nos fue preparando para nuestra vida sin internet pero, a cambio, en contacto directo con el impresionante Chimborazo.
El campamento está gestionado por pastores locales, así que no solo aprovechamos nuestra estancia allí para pulir los detalles logísticos de nuestra próxima empresa, sino que también hicimos entrevistas a los locales, y Christian, con enérgica ayuda de Ricarda, se lanzó a una cacería nocturna en cuanto cayó la oscuridad. Utilizó una lámpara ultravioleta para atraer y fotografiar insectos nocturnos, sobre todo mariposas.
Como evidentemente el hábitat natural y el urbano tienen características totalmente distintas, resulta interesante descubrir que también se diferencian en la variedad de insectos que hay en uno y en otro. La valoración cualitativa de las muestras mostró, de hecho, claras diferencias. Otro aspecto interesante para descubrir la dimensión del Antropoceno y entender la influencia que tenemos las personas sobre nuestro planeta, no solo hoy, sino a lo largo del tiempo.
